viernes, 5 de octubre de 2007

No a la guerra



Por fin puedo poner de mi parte. Lo cierto es que las combinaciones usuario-contraseña parecen ser inagotables.
Lo que os traigo es algo que creo haberos enviado a todos, mis drugos. Es un fragmento extraído de Matadero Cinco de Kurt Vonnegut. Enternecedor.


Billy miró el reloj que había sobre la cocina de gas. Tenía que matar el tiempo durante una hora antes de que llegara el platillo. Se fue a la salita balanceando la botella como si fuera una campana, se sentó en una butaca y puso en marcha el televisor. Entonces, tras haberse aislado ligeramente del tiempo, vio la última película, primero al revés, de fin a principio, y luego otra vez en sentido normal. Era una película sobre la actuación de los bombarderos americanos durante la Segunda Guerra Mundial y sobre los valientes hombres que los tripulaban. Vista hacia atrás la historia era así.

Aviones americanos llenos de agujeros, de hombres heridos y de cadáveres, despegaban de espaldas en un aeródromo de Inglaterra. Al sobrevolar Francia se encontraban con aviones alemanes de combate que volaban hacia atrás, aspirando balas y trozos de metralla de algunos aviones y dotaciones. Lo mismo se repitió con algunos aviones americanos destrozados en tierra, que alzaron el vuelo hacia atrás y se unieron a la formación.
La formación volaba de espaldas hacia una ciudad alemana que era presa de las llamas. Cuando llegaron, los bombarderos abrieron sus postillones y merced a un milagroso magnetismo redujeron el fuego, concentrándolo en unos cilindros de acero que aspiraron hasta hacerlos entrar en sus entrañas. Los containers fueron almacenados con todo cuidado en hileras. Pero allí abajo, los alemanes también tenían sus propios inventos milagrosos, consistentes en largos tubos de acero que utilizaron para succionar más balas y trozos de metralla de los aviones y de sus tripulantes. Pero todavía quedaban algunos heridos americanos, y algunos aviones estaban en mal estado. A pesar de ello, al sobrevolar Francia aparecieron nuevos aviones alemanes que solucionaron el conflicto. Todo el mundo estuvo de nuevo sano y salvo.
Cuando los bombarderos volvieron a sus bases, los cilindros de acero fueron sacados de sus estuches y devueltos en barco a los Estados Unidos de América. Allí, las fábricas funcionaban de día y de noche extrayendo el peligroso contenido de los recipientes. Lo conmovedor de la escena era que el trabajo lo realizaban, en su mayor parte mujeres. Los minerales peligrosos eran enviados a especialistas que se encontraban en regiones lejanas. Su tarea consistía en enterrarlos y esconderlos bien para que así no volvieran a hacer daño a nadie.
Los pilotos americanos mudaron sus uniformes para convertirse en muchachos que asistían a las escuelas superiores. Y Hitler se transformó en niño, según dedujo Billy Pilgrim. En la película no estaba. Porque Billy extrapolaba. Y se imaginó que todos se volvían niños, que toda la humanidad, sin excepción, conspiraba biológicamente para producir dos criaturas perfectas llamadas Adán y Eva.

Extraído de Matadero Cinco de Kurt Vonnegut.

Espero os haya gustado. Un beso para todos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo he tenido la suerte no sólo de leerlo en mi ordenador, sino de que me lo lea el centurión romano ese de la foto.

Oye, que el manejo de "la bicha" no es tan complicado.

A ver si os animáis (¿lleva tilde? ¡dichosos hiatos! ¿Lleva tilde? ¿Qué diferencia hay entre tilde y acento?) los demás (este sí lleva tilde, acento y marquita sobre la "a").

Abrazos y besos a "tutiplen".