jueves, 29 de noviembre de 2007

Un poema de amor...


Mario Benedetti, es uno de mis descubrimientos últimos, que creo haberos traído alguna vez, con intención de acariciaros el corazón y desperezaros la mente, y esta tarde puede recibir el Premio Cervantes de las letras. A pesar de los pesares, no soy, ni tan diestro en el arte de la pluma, ni tan leído, como para imprimir digitalmente la historia literaria de este buen hombre, pero sí lo suficientemente sensible como para que en mi interior, sin grandes análisis, se despierte un bosquejo de admiración, que sí soy capaz de describir.

Parece una tontería, pero cada vez me conmueven más las muestras de belleza, la voluntad insomne de llamar la atención de los desmaravilladores (término de Benedetti) sobre la luz que existe simpre en todo lo que sucede. Esa mota diminuta de esperanza, de alegría, de ilusión y posibilidades que se disfraza de infortunio. Por eso me alegro de que se premie el compromiso con lo bello, y la sonrisa. Porque yo estoy comprometido con el brillo de los ojos y las orugas en el estómago...y además, milito. Como muestra de su poesía, aquí os dejo sus palabras.


LOS FORMALES Y EL FRÍO
Quién iba a prever que el amor ese informal se dedicara a ellos tan formales
mientras almorzaban por primera vez ella muy lenta y él no tanto y hablaban con sospechosa objetividad de grandes temas en dos volúmenes su sonrisa la de ella era como un augurio o una fábula su mirada la de él tomaba nota de cómo eran sus ojos los de ella pero sus palabras las de él no se enteraban de esa dulce encuesta
como siempre o como casi siempre la política condujo a la cultura así que por la noche concurrieron al teatro sin tocarse una uña o un ojal ni siquiera una hebilla o una manga y como a la salida hacía bastante frío y ella no tenía medias, sólo sandalias por las que asomaban unos dedos muy blancos e indefensos, fue preciso meterse en un boliche
y ya que el mozo demoraba tanto ellos optaron por la confidencia extra seca y sin hielo por favor. cuando llegaron a su casa, la de ella, ya el frío estaba en sus labios, los de él, de modo que ella fábula y augurio le dio refugio y café instantáneos.
una hora apenas de biografía y nostalgias hasta que al fin sobrevino un silencio. como se sabe en estos casos es bravo decir algo que realmente no sobre.
él probó: sólo falta que me quede a dormir y ella probó: por qué no te quedas y él: no me lo digas dos veces y ella: bueno por qué no te quedas. de manera que él se quedó en principio a besar sin usura sus pies fríos, los de ella, después ella besó sus labios, los de él, que a esa altura ya no estaban tan fríos, y sucesivamente así mientras los grandes temas dormían el sueño que ellos no durmieron.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Bueno, cuadrilla, que estamos un poco muermos últimamente, ¿no? En otras palabras, que sus echo de menos con tanto trabajo como tengo. No obstante, ¿por qué no aprovechamos para preparar una cena de navidades? Ya sabéis que soy más "Grinch" que "Noel", pero es que las fechas coinciden para todos... espero. Abrazos como soles.